El tercer jinete: La Actitud Defensiva
Esta es una reacción de protección ante lo que la persona percibe como un ataque.
Hay dos tipos de comportamientos defensivos:
- Hacerse la víctima: la persona que se siente víctima indica que está siendo maltratados.
Ejemplo:
Persona 1> “Siempre dejas los platos sin fregar por la noche.”
Persona 2> “Solo te fijas en las cosas que hago mal, no en lo que hago bien.”
- Contraatacar: la persona que se siente víctima responde a lo que ella considera un ataque con otro ataque.
Ejemplo:
Persona 1> “Siempre dejas los platos sin fregar por la noche.”
Persona 2> “Vaya, veo que te molesta que no lave los platos algunas noches, ¿y tú qué? si nunca sacas la basura.”
En algunos pocos casos, la defensa tiene una base sólida y tiene que ver con malos entendidos muy evidentes. Sin embargo, en la inmensa mayoría de las situaciones la actitud defensiva niega la responsabilidad que se tiene en el enfrentamiento, cuando realmente existe. La persona se cierra a cualquier discusión y no entiende ninguna razón, se concentra más en defenderse y atacar, lo que impide una conversación coherente y madura.
Además, este esquivar la cuota de responsabilidad en la generación del problema se hace menospreciando la idea de la otra persona, al no validar la parte de verdad que puede haber en ella.
Finalmente, esto impide la búsqueda de soluciones.
Ejemplo basado en el caso previo:
Cuando la Persona 1 dijo “Siempre dejas los platos sin fregar por la noche.”, seguramente “Siempre” es exagerado. La Persona2 puedo vivir esto como un ataque. Entonces la Personas 2, no se responsabiliza de que anoche no ha fregado los platos (y parece que ese es un compromiso que había acordado) y en lugar de ello se victimiza o contraataca. Juntos están creando un ciclo reactivo que no pinta nada bien.
La actitud defensiva es una respuesta natural a sentirse injustamente atacado y tiende a aparecer en respuesta a la crítica o el desprecio. No necesariamente significa que alguien haya sido realmente criticado, basta con lo que lo sienta de esa manera. Cuando las personas se sienten atacadas por el otro, pierden de vista el verdadero mensaje que se quería transmitir y solo escuchan la falta de respeto o el disgusto y es probable que respondan de manera defensiva.
En general, esta actitud defensiva se observa más en los hombres.
El cuarto jinete: La Actitud Evasiva
La actitud evasiva se produce cuando una parte se cierra en medio de una discusión y deja de dar respuestas verbales y no verbales a lo que está diciendo la otra parte.
En una conversación normal entre dos personas, la persona que escucha ofrece una serie de señales para que la persona que habla sepa que es escuchada. Estas señales pueden ser mirar a los ojos de la persona que habla, movimientos afirmativos con la cabeza, decir de vez en cuando cosas como “si”, “lo entiendo”, “ya veo”, “hhmm”, etc.
Sin embargo, una persona con actitud evasiva no ofrece estas señales de reconocimiento, en su lugar suele hacer otras cosas como apartar o bajar la mirada, mirar otra cosa (por ejemplo, móvil, tv o libro), no pronunciar palabras o sonidos que confirmen que escucha, o incluso marcharse. Esta persona actúa como si lo que el otro dice no le importara, o como si no lo estuviera escuchando. En otras palabras, es como si pusiera una muralla en medio de la discusión.
Los comportamientos evasivos suelen venir después de los tres jinetes anteriores y tienden a ocurrir cuando la persona se siente abrumada, o sea, está muy sobrepasada emocionalmente. Entonces, cree que esta indefensa frente a la agresión que sufre y lo único que piensa es en protegerse. Por lo tanto, tras el agotamiento, se distancia emocionalmente de la relación. Esta se puede considerar la última medida de protección frente a la percepción de ataque.
Estos comportamientos pueden juntarse con expresiones de rabia y querer hacer sentir mal a la otra persona: dar un portazo, irse a su habitación y no comer juntos, no hablar en días, etc. Siguen siendo formas de no saber expresar y gestionar adecuadamente lo que les está pasando en su interior.
La parte “atacante” suele creer que la parte que “recibe el ataque” le está ignorando. Sin embargo, estos comportamientos evasivos son la respuesta de la parte que “recibe el ataque” ante la gran cantidad de estrés que le está generando la presión de su pareja en la discusión. Ante el “peligro”, la parte que “recibe el ataque” huye. Y a veces tiene esos comportamientos pasivo-agresivos (p.e. no hablar en días) que hablan de su “no saber cómo gestionar esto que me pasa”. El caso es que no sabe qué más hacer.
La persona con comportamientos evasivos está evitando una discusión en el momento, pero esto empeora la situación a largo plazo.
La parte que “recibe el ataque” suele creer que la parte “atacante” le quiere fastidiar. Sin embargo, estos comportamientos de presión también son la respuesta de la parte que “atacante” ante la gran cantidad de estrés que le está generando la falta de respuestas de su pareja en la discusión. Ante el “peligro”, la parte que “ataca” puede aumentar el ataque con la esperanza de que el otro reaccione. Está claro que no ha aprendido a gestionar estas situaciones, y sus únicas estrategias suelen ser “aumentar el ataque para ver si reacciona”, y “no sacar ciertos temas peliagudos cuando las aguas están revueltas”. Lo malo es que esto no funciona y tampoco sabe qué más hacer.
Cuando estas discusiones se repiten durante un tiempo es fácil llegar a la ruptura, pues ambas personas se sienten solas, incomprendidas, ignoradas, desvalorizadas y con sensaciones físicas cada vez más desagradables (aceleración significativa del ritmo cardíaco, sudoración, aumento de la presión sanguínea, secreción de adrenalina, etc.).
¿Cómo salir de los 4 jinetes y volver a crear una relación de pareja sana?
Si te interesa este tema, en un artículo posterior lo explicaremos.
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